jueves, 12 de noviembre de 2015

Crítica: Truman (2015)



Ayer no pude dejar pasar la oportunidad de ver ‘Truman’ en una butaca de cine, la nueva película del catalán Cesc Gay, y hoy os escribo mis impresiones.


Truman’ dedica su metraje a contarnos el reencuentro de dos amigos, Julián y Tomás, que también servirá como despedida, ya que uno de ellos, Julián, padece una enfermedad terminal. Entre otras cosas, en esta visita tratarán de buscar un nuevo hogar para Truman, el perro de Julián.


De las películas nacionales que he visto este año, y a falta de ver ‘La novia’, esta es la que más me ha gustado. Una historia contada con mucho cariño, circunstancia que es de agradecer, ya que, aunque no lo sea implícitamente, está basada en miles de historias reales. Trata el tema de la enfermedad terminal, uno de los tabús para todo creador que se precie, ya que la sociedad está tan frivolizada que no busca en una película que le cuenten una verdad dolorosa, normalmente van al cine a escapar de la realidad, y no a encontrarse con ella. Este largometraje lo hace desde el más profundo respeto, con una banda sonora, que no suele entrometerse mucho en la trama, pero sí acompaña en determinados momentos.

La película empieza con Tomás viajando hasta Madrid, desde Canadá, a darle una sorpresa a su amigo enfermo, y de una manera u otra sabes que esa estancia de cuatro días, va a cambiar su manera de ver las cosas. Bien, pues eso es ‘Truman’, no una película sobre la muerte, aunque esté presente, sino del valor de las cosas importantes: la familia, la amistad. El director, consciente de que lo que está contando no es fácil, le da un toque de humor, incluso con tintes del humor más negro, que no dejará indiferente. Sin unos diálogos, ni discursos grandilocuentes de los personajes, logra que te sientas identificado, te convence de que son personas como tú, y hace que te metas en esta historia que desborda sencillez.

Y no he querido hacer ahínco en ello hasta ahora, porque, aunque se ve en el cartel, está interpretada por Javier Cámara (Tomás) y Ricardo Darín (Julián). Lo único totalmente previsible de la película es la gran interpretación que hacen de sus personajes, ya que, no nos engañemos, viendo ese cartel sabes que no va a carecer de una actuación sublime por ambas partes, correctamente reconocidos ambos en el Festival de San Sebastián. Les acompaña la argentina Dolores Fonzi, que interpreta a Paula, la prima de Julián. Estos son puntualmente acompañados por varias caras conocidas del cine español, como son Àlex Brendemühl, Javier Gutiérrez, Eduard Fernández, Silvia Abascal, entre otros. El guión utiliza estas apariciones para hacer que ellos también parezcan despedirse, de un modo u otro, de nuestro protagonista. La dirección es muy correcta, y un detalle que me encantó es que cuando el personaje de Darín necesita un momento a solas, la cámara le provee esa intimidad.

Leyendo el argumento, lo primero que uno se plantea es la sensiblería desalmada que seguramente nos vamos a encontrar. No os desalentéis por eso, porque si miramos históricamente las películas que buscan las lágrimas perversamente, no encontraréis en su sinopsis, tan claramente, el tema a tratar. No os la perdáis, porque te invita a reflexionar, te invita a admirar a un hombre que está en su lecho de muerte, a plantearte qué harías en su lugar..., simplemente, es una película imprescindible.

Por último, no puede faltar el tráiler:
 

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